(Nuevo León, 1974)
Para Karla hay un valor intrínseco en el hecho de hacer algo con las manos. Está interesada en la introspección que se genera como consecuencia de repetir una acción muchas veces durante el proceso de producción de sus piezas. En este sentido, su obra se convierte en una especia de mantra que desemboca en un estado de trance, un momento de toma de conciencia de si misma. Para ella el repaso obstinado de un mismo gesto, le ayuda a transferir aprendizajes a nivel existencial que ha acumulado con los años.
Karla tuvo que transitar por diversas técnicas para encontrar y definir un lenguaje propio. Rompió con el “deber ser” del artista dentro de una sociedad conservadora, lo cual la llevó a alcanzar la estética que hoy posee. El papel es fundamental en su obra, pues le brinda enormes posibilidades debido a su maleabilidad, color y plegabilidad.
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